Nadie te Hace Nada

Vivimos en un mundo donde es fácil culpar a otros por lo que sentimos. "Me hizo enojar", "Me hirió", "Me arruinó el día". Estas frases se repiten como mantras, sin cuestionarlas. Pero… ¿y si te dijera que nadie te hace nada?

Sí, suena duro. Incluso injusto. Pero es una verdad incómoda que puede liberarte:

Lo que otros hacen es suyo, cómo tú respondes es tuyo.

La diferencia entre acción y reacción

Cuando alguien te critica, te ignora o te ofende, lo único que realmente ocurre es una acción externa. Tu reacción emocional —enojo, tristeza, frustración— no está en lo que hacen, sino en cómo tú interpretes lo que hacen. Es ahí donde ocurre la verdadera experiencia.

No se trata de justificar conductas dañinas ni negar que hay palabras o actos hirientes. Se trata de recuperar el poder personal. Si tú decides cómo interpretar lo que pasa, también decides si te afecta o no.

Nadie “te hace” sentir mal

Es más fácil decir: "Me lastimaste". Pero lo más honesto sería decir: "Me sentí lastimado por lo que hiciste". Porque hay una diferencia enorme entre esas dos frases. Una te convierte en víctima. La otra te muestra como alguien que asume su experiencia emocional.

Esto no significa que los demás puedan hacer lo que quieran sin consecuencias. Pero sí implica que tú puedes entrenarte para dejar de ser rehén de lo que otros hacen o dicen. No se trata de ser insensible, sino de ser consciente.

El poder de elegir tu estado interno

La libertad real no es hacer lo que quieras. Es poder decidir cómo sentirte sin depender de lo que pasa afuera. Esa libertad se llama responsabilidad emocional, y es uno de los actos más maduros que puedes practicar.

La próxima vez que sientas que alguien "te hace" algo, haz una pausa.

Pregúntate:– ¿Esto que siento, lo estoy eligiendo?– ¿Estoy reaccionando desde una herida, o desde la conciencia?

En resumen

• Nadie te hace enojar. Tú eliges enojarte.

• Nadie te humilla. Tú eliges sentirte menos.

• Nadie te arruina el día. Tú decides cómo vivirlo.